Prive Contos Eróticos – El juego es una perdición

Soy un joven estudiante universitario del último año de Ingeniería, alto, rubio de muy buena apariencia y también de muy buen cuerpo, ya que dedico mis cuantas horas diarias al gimnasio, pero tengo una gran debilidad y es el juego de caballos, esto realmente me apasiona, tanto que hasta por ello he perdido

amistades de años. La historia que les cuento pasó realmente.

Un día después de haber culminado mi rutina de ejercicios en el gimnasio, fui hacia los vestidores, el cual estaba lleno de hombres, la mayoría semi desnudos, bien sean porque se habían duchado o por que iban al baño de vapor , yo por mi parte hice lugar en un banco y comencé a desvestirme, a mi lado

había un señor, el cual había visto solo algunas veces, ya que no coincidíamos en los horarios de ejercicios, hasta ese día; este señor se dio cuenta de las varias gacetas hípicas que tenía en mi poder, y asombrado me dijo:

– Veo que te gustan los caballos, a lo que respondí:

– Realmente me apasionan.

– Qué casualidad, respondió, a mí también me gustan los caballos. Mucho gusto mi nombre es Luis,

– Mucho gusto me llamo Carlos

– Tanto me gustan los caballos, dijo Luis, que tengo una banca, no sé si la conoces, se llama El Potro. No podía creer lo que me dijo, ya que ese establecimiento era el mejor de la ciudad.

– Sí quieres visítame y pasamos un rato agradable.

Seguimos hablando, de caballos por supuesto, nos duchamos, y en el transcurso de esta situación pude observar con más detenimiento a Luis, era un tipo alto, más que yo, de cómo unos 38 años, de muy buen cuerpo, ya que su musculatura estaba bien formada, de piel blanca y cabello negro, ojos negros penetrantes

y realmente cautivadores. Algo sentí en ese momento por primera vez en mi vida y fue una atracción extraña, sentí en los ojos de ese señor un dominio extraño que de alguna manera me perturbaba, y no sabia por qué.

Pasaron los días, y decidí ir a la banca de caballos de Luis. El sitio estaba full de personas apostando. Al ver a Luis, este me hizo señas y me dirigió hasta su oficina, la cual estaba muy bien decorada, con un aire muy masculino, y un gran televisor para ver las carreras.

– Siéntate muchacho, me dijo.

– Quieres tomarte algo. A lo que accedí. Y de su escritorio sacó una botella de whisky, de la cual tomamos varios tragos.

– Quieres apostar, yo tengo varios datos buenos.

Sin pensarlo dije que sí, sin saber lo que ocurriría. Seguimos tomando, los datos que él me proporcionaba eran buenos y gané muchísimo dinero, más de lo que traía encima. Mientras tanto Luis me veía cada vez más fijamente, yo sentía su mirada sobre mí, y me sonrojé varias veces, pero le resté importancia,

durante una de las carreras Luis se acercó a mí y rozó su cuerpo con el mío, no supe sí fue intencional, pero internamente me gustó. Que estaba pasando?, yo nunca había sentido estas cosas!, ya que mis relaciones fueron siempre heterosexuales, este hombre ejercía sobre mí un dominio tal, que accedía

hacer todo lo que me decía.

Llegó un momento en que comencé a perder, no sé que estaba pasando, pero la racha de buena suerte, desapareció a partir de ese momento, perdí todo lo que tenía, pero quería seguir apostando, era incontrolable esta situación, a lo que Luis me dijo:

– No te preocupes, muchacho yo te presto todo el dinero que quieras. A lo que accedí, pero seguí perdiendo, me estaba poniendo nervioso, la adrenalina corría por mi cuerpo, pero seguía aceptando los préstamos de Luis, era ya más de la media noche y los clientes ya se habían marchado, era hora de cerrar

el local. No sabía que hacer ya que debía mucho dinero. Luis me veía fijamente y me hizo una proposición.

– Muchacho, vamos a apostar en la próxima carrera, sí tu ganas la deuda queda saldada, pero sí tu pierdes haces todo lo que yo diga; accedí inmediatamente con la idea de salir de esta situación. Pero que sorpresa, perdí, que iba hacer Dios mío?.

– Bueno muchacho, me dijo, que vamos hacer.

– Lo que tu digas, esa fue la apuesta, y soy un hombre de palabra.

– Espero que así sea, muchacho, dijo Luis.

Este hombre me seguía mirando, y me dijo:

– Que buen cuerpo tienes, no en vano has ido al gimnasio,

– Su cuerpo también es espectacular, le dije un poco asustado.

– No tengas miedo muchacho. Y acercándose a mí me tomó por los hombros y me pegó contra la pared; yo me quedé mirando fijamente sus hermosos ojos negros, hasta que sentí como sus labios tocaron mi boca, la adrenalina me corría por todo el cuerpo, sentí como su lengua entraba en mi boca, cosa que no me

desagradó. Estaba en sus manos y me sentí plácido, dominado.

El tomó mi mano y llevándola a su entrepierna pude sentir un enorme bulto duro como una piedra, no pude contenerme y lo toqué, por primera vez lo hacía y la sensación fue placentera.

El se bajó los pantalones, y no pude dar crédito a lo que vieron mis ojos, semejante miembro de unos 20 Cm. aprisionados dentro de un bóxer, clamando por salir, me acerque y lo saque, Dios mío que delicia, Luis me tomó por los hombros y me llevó mi cara hasta su miembro, el cual besé, me pidió que se

lo mamara, lo cual hice con torpeza inicialmente, lamí, besé y mamé aquel monumento por un buen rato, a lo que Luis me levantó y me pidió que me desnudara pero muy lentamente, así lo hice, al igual que hice todo lo que el me pedía, me dejaba llevar por un experto, que despertó en mí una pasión desmedida.

Desnudo él, desnudo yo, nos besamos apasionadamente, el recorrió mi cuerpo con su lengua, besó mis pesones, mi pecho, hasta que se posó sobre mi guevo, yo no lo podía creer, aquella bestia humana, de musculatura sorprendente, frente a mí mamándome el guevo, era toda una fantasía, yo me retorcía de placer,

y dada mi poca experiencia en estos menesteres, al cabo de un buen rato de excelente mamada, sentí que quería correrme, el se dió cuenta y sacó mi guevo de su boca y me pidió que se lo echara en la cara.

Exploté casi inmediatamente, sentí un gran placer, mi semen llenó su cara, a lo que él suspiraba de placer, el se levantó y me besó, yo sentí el sabor de mi semen en mi boca, y lo lamí. Pero hay no acabó todo, me tomó por detrás y me acostó en el escritorio, yo me retorcía de gusto, esperando que me penetrara;

me pidió que me volteara y subiera mis piernas, las cuales posé en sus hombros, y sentí como su lengua acariciaba mi culo, la sensación fue más que placentera, m!

e retorcía de inmenso placer, por lo que tuve la mejor erección que haya experimentado en mi vida, no quería que se apartara, al cabo de un rato sentí como su inmenso falo se posicionaba en la entrada de mi culo, erecto, duro, y comenzó a penetrarme, no pude más, y grité, solo alcanzaba a decir:

– No pares, no pares, métemelo todo.

– Así lo haré contestó Luis, así lo haré. El dolor era inmenso, creí desfallecer, pero Luis continuaba penetrándome, al principio me resisití un poco, pero me dejé llevar.

Luis me decías cosas sucias, tal como: Así te quería tener maricón, sabía que te iba a tener, tienes el mejor culo del mundo, tan fuerte, y me lo voy a comer todo, todo será para mí, marico, marico, marico, repetía sin cesar.

Yo contestaba: sí, soy marico, aprendí contigo, cógeme, termina de metermelo, y así lo hizo el dolor fue inmensurable, para al poco rato fue desvaneciéndose, solo sentía placer, Luis metía y sacaba su gran guevo con gran empuje, y gemía de placer, me envistió durante un buen rato, sentía como sus bolas

golpeban mis nalgas y me exitaba más, mi mente se nubló, el éxtasis era supremo.

Luis me preguntaba: Te gusta, muchacho, te gusta, a lo que yo respodí: sí me gusta, dame más duro.

Mi erección era cada vez mayor sentía una potencia contenida que quería salir, pero yo también quería sentir, lo que era meter mi guevo en un culo, y le propuse a Luis que quería cogermelo; se me quedó mirando pensativo y al rato accedió, según él, nunca lo había hecho, pero que debía existir una primera

vez, y hoy estaba muy excitado, ya que yo le gustaba mucho, me dijo.

El se puso en cuatro patas, en el piso, y alzando su culo me mostró su gran agujero; divino agujero, el cual recibió por primera vez una buena cogida. Lo penetré rápidamente, sentí como se retorcía del dolor, pero según él, el dolor más rico del mundo, sentí como el comenzaba a mover el culo para sentir

más placer, estuve así un buen rato, hasta que no pude más, y descargé todo mi semen en su culo.

 Luis se levantó rápidamente y me tomó por la espalda y me puso en cuatro patas nuevamente, levantó mi culo, lo lamió y nuevamente me volvió a penetrar, con más impetu, con mayor rudeza, pude sentir el peso de su hermoso cuerpo, su sudor caía sobre mi espalda, yo también sudaba, hasta que aquel enorme

semen!

tal explotó dentro de mí, su descarga de semen inundó todo mi ! culo, yo me sentí desfallecer, el placer era máximo, intenso. Nos miramos fijamente y nos besamos con gran pasión, y Luis dijo: Tu deuda está saldada, muchacho. Nos vestimos sin dejar de besarnos y tocarnos, me despedí y me fui.

Durante el camino a casa, reflexioné y pensé en voz alta: El juego es una perdición, pero que perdición tan divina. Ahora solo pienso en la próxima vez que vaya a apostar a los caballos en El Potro.

FIN

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